jueves, 2 de febrero de 2012

Shakira

Shakira Isabel Mebarak Ripoll nació en Barranquilla, Colombia, el 2 de febrero de 1977.


Y ahí está el asunto de Camilo García. Una exageración. Porque, vamos, en televisión todo lo que pasa está arreglado, nada es la verdad, todo se cocina en la oscura tramoya. Los reencuentros de padres e hijas después de 25 años, la mujer que se topa en un talk show con la amante del marido que además es su tía abuela, los votos de Gran Hermano, las infamias de los policías en acción, las peleas de Moria y Pachano y de Fantino y ese muchacho de River, los concursos de Julian Weich. Todo. Armado, cada detalle, para que parezca una verdad perfecta y no se note la costura del guión. Ahí, Rial dice que Shakira es una mierda. Camilo le retruca que para él las canciones son buenas. “Indudablementes sos una mierda igual que ella”, lo crucifica Rial. Bueno, Todo eso está armado por un productor que sugirió “Rial en contra de Shakira. Camilo, a favor”. La exageración es que, entonces, Rial lo haya rajado del programa –o Camilo renunció, no importa—, que Camilo se haya convertido de frívolo intruso a joven políticamente sensible, que se le supiera víctima de la dictadura. Todo por Shakira. Y porque además las canciones estaban bien. Fijate vos; a veces es difícil entre tanto artilugio. Porque Shakira eligió –o tomó— el camino del guionado. Los estribillos FM híper repetidos (al “loca, loca, loca” número 478 te querés matar, sí). Los ritmos latinos que puedan entender los yanquis. Las fotos en la isla de Caras. Los videos con la ropa mínima necesaria para que sean clips musicales de promoción y no una película de Tinto Brass. Los romances con Piqué. Los duetos con otras tapas de disco de su misma compañía. La colombianidad neocapitalista. Los arreglos a propósito para que venda. El nombre sin apellido. Pero “Ojos así” es una canción, guarda. No es un flan musical hecho con la receta. “Pies descalzos, sueños blancos” también. Hay algo en esas canciones y en otras también, que no suele ser el resultado de Tommy Mottola que se cruza con una chica linda que entona bien y decide construir un éxito. O “Eres”, que lo sacó en el 93, tenía 16 años, desafinado, cantado medio como el culo, pero no es pop melódico, pop latino, o como se llamen esas cosas que endulzan a las chicas de los supermercados. Es rock, rock nacional. Ahí está. Rock nacional argentino hecho en Colombia. Rock nacional como, por ejemplo, Fito Páez, pero que agarró para otro lado. Shakira cuida la imagen casi más que la música. ¿Eso no es rockero? Fito anda en trajecitos rojos de pantalones finitos y anteojos top. Shakira anda con Piqué. Eso es muy rockero. Fito se casó con Cecilia Roth. Shakira de vez en cuando desafina en vivo. Fito… es mucho más rockero, de acuerdo. La cuestión es tan simple como esto: si no te interesa mucho la música, si no te da el mate para escuchar, si sos de los que dejan que la radio elija, entonces Shakira te va a parecer más o menos igual a todas; como artista, una más. Tal vez eso le pasaba a Rial. Si sos de los que prestan atención, escuchan y tratan de disponer de lo que les pasa por la oreja, entonces vas a notar que es distinta. Tal vez eso le pasaba a Camilo. Por eso –eso— odiamos a Rial y queremos a Camilo.
(No, no te pienso ni mencionar, sushi bobo. Ganate los porotos.)

Publicado en el diario La Unión del 2 de febrero de 2012.

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