Gustavo Cerati nació en Buenos Aires, el 11 de agosto de 1959.
Gustavo Cerati duerme en coma en una cama de la Clínica Alcla. Hace un año y tres meses, 453 días, que apoliya mientras un aparato le mete y saca el oxígeno de los pulmones para que el cuerpo, más o menos, le ande. Alguno irá de tanto en tanto a masajearle las partes, a menearle los músculos un poco para que no desaparezcan. Así son estas cosas. Gustavo Cerati, su cuerpo, se va achicando mientras su mente está ahí, o no, no se sabe, y menos que menos su alma. Tal vez despierte dentro de 200 años, como el Miles Monroe de Woody Allen; o de 19, como Terry Wallis, y le pida una sevenap a mamá Lilian, y toque una canción nueva que lógicamente sonará antigua e indigna, por tanto, de Gustavo Cerati. Tal vez le desconecten un día el respirador y él siga solo, como Karen Ann Quinlan, por los años de los años, nomás durmiendo y achicándose. O no. Lo único seguro en estos casos es que no se sabe.
Charly Alberti tiene un problema menos. Ya no lo vuelven loco preguntándole “¿cuándo vuelve Soda Stéreo?”. Ahora le preguntan “¿qué sabés de Gustavo? ¿Cómo está?”, y cada tanto alguna cosa sobre lo que él hace, entrecruzar computadoras Apple, o salvar al planeta de la polución, pero nunca si eso que tiene entre la bocha y la gorra es pelo humano o lo fabricó él mismo. Zeta Bosio hace no-música, mueve vinilos con los dedos, loopea sonidos a transistores, arma zapadas sin instrumentos con Amado Boudou, que se prende pero más querría, en lugar de andar moviendo perillas con Zeta, colgarse la Telecaster y tirar un la mayor regordete. Guillermo Vilas se quiere matar porque ahora apareció hasta un ministro de Economía que toca la guitarra mejor que él. Zeta estuvo ahí, con el bajo, haciéndole la gauchada a Gabriel Ruiz Díaz cuando su hermano Fernando se partió el cerebro y Catupecu Machu quedó rengo. Pero no hay reembolso. No podés poner a nadie en el lugar de Gustavo Cerati. Ni siquiera a Amado. Cinco meses después del accidente de Gustavo, Zeta se casó con una modelo de 23 años. Una especie de tributo al amigo. Chloe Bello largó todo y se fue a Europa. En este asunto, la vida le salió mal. Quiso ser la novia del astro rock número uno de Latinoamérica y de golpe, a los pocos días, se encontró noviando con una cama de hospital. ¿Y cómo hacés para romper con un tipo en coma? ¿De qué lo acusás? ¿Por qué te peleás? ¿Qué le decís? ¿”Siento que ya no compartimos cosas”? A veces el destino te mete en bretes complicados. Chloe largó todo y se fue; qué iba a hacer. “Me verás volver”, “Sueño Stéreo”, “Estaré a un millón de años luz”, “Terapia de amor intensiva”… los juegos de palabras, semana tras semana, fueron lastimosos. Periodistas demasiado fans. Gustavo Cerati duerme la siesta. El inventor del peinado pop argentino, precursor de la alianza rock nacional/ropa de diseño, el que tocó en el Teatro Avenida vestido de sota de oros, hace 15 meses que está en bata. El que hizo gigante su idea de canciones simples, sí, pero nada de do-fa-sol, lleva más de un año tocando una sola nota. Hoy le podrían llevar una torta con esas velas de números gruesos de colores, el cinco y el dos. Y poner el respirador en FF, para que las apague de un soplido.
Publicado en el diario La Unión del 11 de agosto de 2011.
No hay comentarios:
Publicar un comentario