jueves, 26 de enero de 2012

Miguel Mateos

Miguel Ángel Mateos nació el 26 de enero de 1954 en la Ciudad de Buenos Aires.


Valga la siguiente aclaración: en el transcurrir de este artículo, hay un momento en el que el protagonista desaparece, no se sabe nada de él. Pasa el rato –un rato largo, años, décadas— y el tipo regresa. En tono menor, pero vuelve. El que no sepa qué pasó con él en ese período nebuloso no lo va a aprender acá. Esto no es una E! True Hollywood Story ni un Los Expedientes Marley (o como fuera que se llamaba ese programa en el que Wiebe contaba los más recónditos secretos que ya sabíamos todos de la vida de Susana Giménez). Es simplemente la reflexión sobre lo intrascendente de todos los jueves. Música para tu piel de verano, como decía Velasco Ferrero. Y qué mejor, para ambas cosas, que Miguel Mateos, ¿no?
Lo de Vélez fue rarísimo. Llega Queen a la Argentina. Primera visita de un grande grande en su pico de popularidad. No se explica de ninguna forma que para telonear pusieran una banda que no tenía ni un disco grabado y promediaba 45 espectadores por show. Porque eso era Zas. Mateos contó una vez en la tele que los habían elegido porque ganaron un concurso de artistas nuevos. Pero no. No hay noticias de tal certamen. Hubo, sí, uno, pero fue 12 años antes, y el grupo de Mateos llegó a la final pero no lo ganó. Se ve que a Miguel se le cruzaron todas las anécdotas en el marote.
Otra historia según la cual Alfredo Capalbo –el que trajo a Queen— conoció a los Zas en Estados Unidos (o fue un amigo de Capalbo que era productor musical y le llevó la propuesta; es todo una mescolanza), le gustaron y les dijo “che, ustedes son fenómeno, los voy a poner de soporte de Queen” es de verdad increíble. Porque después sí se armo la bola grande, con “Chirá… chirá para arriba”, “Dulce Ana”, y todo eso. Pero aún en el 84 –tres años después de lo de Queen—, todavía Miguel Mateos/Zas (ahora así, con nombre propio) tocaba en fiestas que armaban Wrangler y Pato Sarmiento en los colegios para que los quintos años juntaran guita para irse a Bariloche. Dale que dale con “Un poco de satisfacción”.
En fin, la cuestión es que lo bueno, si breve, dos veces bueno. Y bueno o no, la verdad es que Mateos metía estribillos como un loco. A los ya mencionados sumale “Huevos”, “Tengo que parar”, “Extra, extra”, “Va por vos, para vos”, “Perdiendo el control”, “Un gato en la ciudad”, “Chico marginado”, “Mujer sin ley”, y seguro que me olvido de algunas que hace 25 años las sabíamos todos. Pero todos, eh. Todos. El tipo metió más gente en el Luna Park que Queen en aquellos Vélez. Vendió medio millón de “Rockas vivas”. Y chau. Dos veces breve. De esas multitudes pasó a un puñado de fanáticos como mi amigo el Cuervo, que sigue yendo a todos los recitales. Y aparentemente tuvo un éxito impresionante en México, como una especie de vendetta por el Señor Barriga.
Acá es donde va el agujero negro de 20 años en los que Miguel Mateos y nada es casi lo mismo. Pasó. Capaz que fue Facebook el que lo trajo de vuelta. Ahora es más fácil saber de la gente.
No está de retiro como el Bombita Rodríguez canoso del habano. Sigue tocando. Se parece a José Pablo Feinmann. Gira por Caleta Olivia, Oberá, Olavarría, como hacen los artistas veteranos. Viene como cerrando el círculo. En agosto pasado volvió al Luna Park. Y en octubre fue telonero en Vélez, cuando tocó Rod Stewart. En cualquier momento sale finalista de un concurso.

Publicado en el diario La Unión del 26 de enero de 2012.

1 comentario:

  1. que te da la posibilidad de hablar de un artista de los quilates de Miguel Mateos , con esa liviandad. De seguro no sabes mas nada de el que lo que publica la prensa , que tiene periodistas poco profundos como lo sos vos.
    Soy seguidor de Miguel y conozco su genialidad y grandeza, pero no por fanatismo, sino por la creencia que no hay tipo con mas convicciones que el. Segui hablando lo que quieras, si queres informate mejor, de otros habla lo que quieras, pero si hablas de Miguel, primero investiga.

    ResponderEliminar