Juan Gelman nació en la Ciudad de Buenos Aires el 3 de mayo de 1930.
Qué falta de respeto, qué atropello a la razón, que sea yo el que se pone a escribir sobre Juan Gelman y no él sobre mí. No porque yo tenga algún valor como escrito sino por la universal distancia entre su pluma y la mía como escritor. Hay que hacerlo por responsabilidad profesional ante el papel en blanco, porque uno se gana los billetes en tiempo y forma con estos garabateos y por osadía. Pero quién podría negar que sería mucho mejo “Vallejos, el de la contratapa” escrito por Gelman que “Gelman, el poeta” escrito por mí. Si yo no escribí, por ejemplo deshijándote mucho/deshijándome/buscándote por tu suavera/paso mi padre solo de vos/pasa la voz secreta que tejés/paciente/como desalmadura de mi estar. Y menos lo escribí mientras combatía, mientras buscaba desenmascarar y desplomar una dictadira, mientras la misma organización de lucha de la que había formado parte, insensata, me condenaba a muerte. Y yo tampoco escribí bájate un poco, contempla esto que soy, este zapato roto, esta angustia, este estómago vacío, esta ciudad sin pan para mis dientes, la fiebre cavándome la carne, este dormir así, bajo la lluvia, castigado por el frío, perseguido te digo que no entiendo. Y menos lo hice entre entradas y salidas de la cárcel por comunista, llanamente, en años de la Libertadora, claro que también por proponer la poesía de combate, poesía como un arma de fuego para cambiar al mundo por el mundo pero mejor. Yo no fui el que escribió Te mataré con mi hijo en la mano. Y con el hijo de mi hijo muertito. Voy a venir con Diana y te mataré. Voy a venir con José y te mataré. Te voy a matar derrota. Nunca me faltará un rostro amado para matarte otra vez. Vivo o muerto un rostro amado hasta que mueras. Y menos, todavía, a la vez que buscaba a una nieta Andreíta, peleaba con palabras de cross con un presidente Sanguinetti que quería esconderla, encontraba a un hijo Marcelo perdido hace 14 años muerto en un barril de cemento y batallaba porque eso era la vida siempre. No escribí, yo, nunca, ¿Quién dijo alguna vez: hasta aquí la sed, hasta aquí el agua? ¿Quién dijo alguna vez: hasta aquí el aire, hasta aquí el fuego? ¿Quién dijo alguna vez: hasta aquí el amor, hasta aquí el odio? ¿Quién dijo alguna vez: hasta aquí el hombre, hasta aquí no? Menos, nunca, lo hice rechazando un indulto indigno de presidente Turco que equiparaba el crimen de los hambreadores con la violencia de los hambreados. Yo no escribí vos / que contuviste tu muerte tanto tiempo /¿por qué no me esperaste un poco más? / ¿temías por mi vida? / ¿me habrás cuidado de ese modo? Menos exiliado, lejos, y tratando de volver de contrabando para ver morir de cáncer a madre Paulina y no pudiendo, no volviendo, no viendo. Yo no escribí, qué voy a escribir yo, modesto relator de nadas. En cambio Gelman sí, y la gran siete; Gelman que, sentado al borde de una silla desfondada, mareado, enfermo, casi vivo, dijo Hay que aprender a resistir. Ni a irse ni a quedarse, a resistir, aunque es seguro que habrá más penas y olvido.
Publicado en el diario La Unión del 3 de mayo de 2012.
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